viernes, 7 de junio de 2013

ASOCIACIONES Y SINDICATOS

LEÓN ARISMENDI /TalCual
Asumirse dueño de la quintaesencia de una presunta verdad irrefutable es el punto de partida de las tantas metidas de pata de los fanáticos de la ultra, izquierda o derecha, que en esto se dan la mano. En el caso del grupo borbónico que ejerce el poder en nuestro país, los desvaríos son inagotables. Por ahí anda Nicolas repitiendo el cuento según el cual, su difunto comandante, habría rescatado a Bolívar, quien sabe de dónde, porque salvo la nueva versión de su rostro, que si el prócer pudiese ver no le agradecería, ni por el carajo, no hay ninguna añadidura positiva que pueda resaltarse.
Pura paja destinada a reeditar una épica que los académicos de la historia se han ocupado de poner en su sitio desde hace bastante tiempo.


De esa estirpe es el discurso que predomina en la dirigencia del PSUV y que les sirve de soporte a todo lo que hacen. La historia comenzó con ellos y todo lo que hacen está dotado de grandeza así no sirva para nada. Recuerdo que en los primeros tiempos del experimento, cuando les dio por acabar con el movimiento sindical, porque sólo eran "cúpulas podridas", y pusieron el aparato estatal al servicio de dicha ejecutoria, se les advirtió que tales prácticas eran violatorias del ABC del sindicalismo. Sin embargo, su engreída respuesta fue que esa era una necesidad y que, desde entonces, en Venezuela había una "verdadera" libertad sindical. Hasta les parecía una gran conquista que el CNE organizara las elecciones sindicales, que esa era una garantía de democracia.

Con el correr de los años, como suele ocurrir, buena parte de los que dirigen sindicatos, a punta de soportar arbitrariedades, han caído en cuenta del porqué se erigió como principio fundamental de la libertad sindical, la no intervención del Estado en sus actividades propias. Sindicalista que se empeña en lo contrario pone el cuchillo en su propio pescuezo.

De nada de esto se han enterado los dirigentes oficialistas en los gremios de los docentes universitarios, quienes acaban de descubrir que las asociaciones de profesores no son sindicatos y allí se atrincheraron para sostener, nada más y nada menos, que la cualidad para negociar convenciones colectivas es potestad exclusiva de estos últimos. Soslayan la pendejadita de que las normas que rigen sus condiciones de trabajo son el resultado de la lucha de dichas organizaciones. 

La vaina es tan cojonuda que crearon una federación (FENASIMPRES), cuyos sindicatos adscritos no deben sumar más de mil miembros, pero que se declara legitimada para negociar las condiciones de trabajo de todo el profesorado universitario, en sustitución de la FAPUV donde están inscritos más de 40 mil profesores. Estos señores pontifican que su participación en esa encerrona atiende a su presunta legitimidad. 

Suponen que nadie se percata que hacen el papel de esquiroles y que su presencia allí tiene como única causa su afinidad con el gobierno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, deje su comentario